Gran flujo de venezolanos pide ayudas a diario en Colina Campestre
La población venezolana que se encuentra hoy día en Colombia, ha tenido que buscar nuevas formas para “sobrevivir” debido a la pandemia mundial. Una de ellas es llegar diariamente a los barrios de algunas ciudades y empezar a pedir ayudas, tal como se hacía anteriormente en los servicios de transporte público. Uno de los barrios más afectados por esta nueva alternativa es Colina Campestre ubicado en Bogotá.
Por: Jiovanny Ojeda - @JiovannyOjeda
La oleada de extranjeros venezolanos ha causado “estragos” desde hace más de un año en diferentes aspectos, pero el más común, es el de “incomodar” a la población colombiana siendo insistentes a la hora de pedir ayudas para su sustento diario.
Varios extranjeros han iniciado con la práctica de
pedir ayudas desde las afueras de los conjuntos residenciales. Colina
Campestre, uno de los barrios ubicados en el norte de Bogotá, es uno de los más afectados por esta situación. Algunos de sus residentes dicen: “es un punto de
encuentro para pedir ayudas”.
En un comienzo era medianamente comprensible que
realizaran esta actividad, la comunidad tenía gran preocupación por su
situación, les brindaron ayudas económicas, pero también pequeños mercados
para algunas de las familias que allí llegaban.
La pandemia siguió avanzando, se retomaron algunos
trabajos para que no cayera la economía y se empezaron a utilizar las
plataformas digitales para salir adelante en diferentes campos, uno de ellos es el de la
educación.
Sin importar el día, la hora o lo que pase al
interior de los hogares, los venezolanos llegaban con un reiterado clamor de
auxilio, interrumpiendo actividades de aquellos que se encontraban en
teletrabajo o simplemente en un momento de paz y tranquilidad.
Varios de los residentes del conjunto Altos de San Antonio han pasado quejas a la administración respecto a este tema de incomodidad. Ángela Bohórquez -docente de preescolar y propietaria de uno de los apartamentos más afectados por este fenómeno debido a que se ubica al frente de la calle en donde se reúnen los extranjeros- dice que: "es imposible trabajar así, los gritos de ayuda opacan la explicación que le doy a mis niños en las clases, se distraen y preguntan qué está pasando. Cuando se detienen por un tiempo y organizo mis clases para el siguiente día, vuelvo a escuchar los alaridos de ayuda que perturban mi paz y concentración".
Aún no se han tomado medidas frente a qué solución tomar, pero una
de las propuestas que proporciona la administradora del conjunto Altos de San Antonio, es hacer un
llamado a la alcaldía de Bogotá para que se encargue de una forma diplomática y
efectiva de esta situación.
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